Luz del día en las gradas, el irritante, a la vez que aromático olor del humo de los puros, los coñacs solos o con café. Las 5 de la tarde. Hora taurina y también futbolera. El domingo, el día de descanso, era el día del fútbol por tradición.
Las narraciones por la radio en las que el locutor de la emisora de turno llamaba a cada cosa por su nombre: cambios en vez de rotaciones, punta, ariete, estilete o delantero centro por 9.