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La actividad frenética que ha habido en el Vicente Calderón en los primeros días de esta semana ha tenido varias consecuencias. La más positiva el fichaje de David Villa, que ya se tratamos debidamente aquí. Las más negativas: la venta de Joel a Everton FC y las declaraciones de Cerezo el martes por la noche en un par de programas deportivos nocturnos sobre el centrocampista brasileño Diego.

Joel Robles estaba llamado a ser el portero del Atlético de Madrid

Media España dormía la siesta a pierna suelta cuando saltaba la noticia. David Villa se convertía, de golpe y porrazo y sin los archiconocidos flecos de por medio, en el delantero que tanto había ansiado el Atlético de Madrid. Se ve que el mensaje -o llamémosle amenaza- de Simeone surtió efecto, pues apenas unos días después de lamentar la falta de refuerzos tiene a su servicio nada más y nada menos que al máximo goleador histórico de la campeona del mundo. Ahí es nada.

Simeone, el entrenador al que le dieron una pandilla de zombies y organizó un ejército de marines, ha hablado. Ha puesto voz a la afición, al menos al sector de la afición que no se conforma con que el Atlético de Madrid sea una comparsa. Un equipo sometido a la dictadura madridista-barcelonista. Lo ha dicho con contundencia: sin armas no podemos luchar.
Simeone, el entrenador que rompió el binomio Madrid-Barça ganando la Copa del Rey en territorio enemigo