forzaatleti

El Atlético de Madrid ha empezado con paso firme la temporada. Había que esperar a decirlo hasta que volviera a jugar un partido fuera de casa en liga, no lo hacía desde la primera jornada. Como bien sabemos los seguidores colchoneros, éste ha sido el punto débil del equipo desde hace muchos años. Sin vencer fuera de casa es imposible estar en los puestos más altos de la clasificación. Hoy era el día para comenzar a cambiar la tendencia de los últimos años y se ha conseguido.

El Atlético de Madrid no jugó un gran partido de fútbol, ni siquiera un buen partido de fútbol. Fue dominado por un Valladolid que manejó la pelota y provocó que los rojiblancos se pasaran más tiempo, del deseable corriendo detrás de la pelota que buscando un desmarque o haciendo un regate. Quedará el resultado, no el juego, ni mucho menos el espectáculo, sencillamente porque no lo hubo.
El Valladolid fue el que más empeño puso en agradar al respetable en la primera parte.

Diego Pablo Simeone se toma las ruedas de prensa como un tercer tiempo. En tensión constante juega un pulso con los periodistas por recibir las preguntas que quiere para una respuestas muy elaboradas y pensadas que trae preconcebidas. Como su equipo, sus ideas no son fruto de la casualidad sino de una elaboración medida. Lo mismo reprende a uno por una pregunta muy simplona como ensalza a otro porque le ha preguntado justo lo que él quería responder. Así es Diego Pablo. La victoria se alcanza trabajandola y sin negociar el esfuerzo. Y en sala de prensa su verdad se oye cuando se pregunta lo que él quiere que se le pregunta.

Djukic dejó varias perlas para los anales en su comparecencia: «Parece que algunos arbitros no se han dado cuenta de que Franco ha muerto» y el citado «Hemos perdido merecidamente por ser cagones en el primer tiempo». El técnico serbio dejó muestras de su fuerte caracter y de que no se muerde la lengua. El técnico vallisoletano compareció con gesto serio y enfadado. El equipo que maravilló a todos en Segunda División desde la llegada de Miroslav Djukic sólo apareció en el segundo tiempo y eso tenía muy enfadado al preparador serbio

Por fin, vuelve el Fútbol (con mayúsculas) al Vicente Calderón, el fútbol de verdad, el de toda la vida, el de antes de los contratos televisivos y los horarios imposibles. Todo vuelve a la normalidad. Un partido de fútbol un domingo a las 6 de la tarde, las gradas llenas de niños y peñas, las radios en su sitio, el Atleti batiendo récords y la ilusión… bueno, ilusión en el Calderón siempre hay, aunque ahora hay muchas razones para estar aún más ilusionados.

Quién más, quién menos ya estaba pensando que en abril el Atlético, este Atlético, estaría cerquita del primero de la Liga. Eso era en el minuto 78. En la prolongación, aceleración súbita de los corazones rojiblancos, acostumbrados a las taquicardias que parecían echarse de menos. El Rayo se rehizo en el tramo final del encuentro y a lo tonto comenzó a marcar goles con la complacencia de una defensa que había estado impecable hasta ese momento.

Diego Pablo Simeone sabía al sentarse que le iban a preguntar más por los 7 apagón de tensión competitiva del Atlético que por los 70 minutos de buen juego y efectividad mostrados. Un borrón que empañaba una buena faena. Tenía pensada la respuesta antes de salir. Asumir la culpa y eliminar toda responsabilidad que pudiera recaer sobre los jugadores.