El domingo pasado casualmente estuve viendo por la mañana la repetición del programa de televisión que iba a elegir a nuestro representante en el festival de Eurovisión. El programa, presentado por la incombustible Rafaela Carra, consistía en las actuaciones una tras otra de grupos musicales que se presentaban anhelando el estrellato y la fama a través de la televisión. Ni que decir tiene que cada canción que presentaban era peor que la anterior y así el programa avanzaba decadentemente hasta que saltó al escenario un tal Chikilicuatre.