Todos deberíamos tener un hermano gemelo. Os imagináis: oye Juanito, porqué no vas mañana a trabajar por mí, es que llevo tres noches sin pegar ojo, y estoy fatal. Y Juanito va por ti al trabajo y otro día tú le devuelves el favor.
Forlán tiene un hermano gemelo igualito: mismo pelo, ojos iguales, hasta juega muy bien al fútbol. Pase, desmarque, apoyo y ¿remate? Ahí fue donde el descubrió el pastel. Porque Forlán, Diego, el auténtico, no hubiera fallado hasta tres ocasiones clarísimas de gol. Pero, el gemelo, ¡ay! el gemelo.Ahora en serio.