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El Atlético de Madrid volvió a patinar contra uno de los equipos considerados grandes de nuestra Liga. Esta vez fue el Valencia, el mejor Valencia de la temporada, todo hay que decirlo, el que evidenció las carencias futbolísticas de nuestro equipo. Ahora que el Atleti sólo juega de domingo en domingo parece que sale a los partidos desconectado o, por lo menos, sin la concentración necesaria para imponerse a sus rivales desde el principio de los encuentros.
El Valencia salió arrollando a los colchoneros.

El Atlético B llegaba, a la jornada 31, a cuatro puntos de los puestos de ascenso y con la ilusión de conseguir la que fuese la quinta victoria consecutiva, pero esta vez no pudo ser. El conjunto colchonero empató (1-1) ante el Sporting B, en un partido que pronto se le pondría cuesta arriba con el gol tempranero de los asturianos. Eso, las expulsiones y la ausencia de hasta cinco titulares, hicieron que ese punto conseguido en el Cerro del Espino supiese a gloria; todo bajo la atenta mirada de Simeone que presenció el partido junto a su hijo.

Escuchar el otro día a Diego Pablo Simeone argumentar la clasificación año tras año para Champions League como la única vía de crecimiento económico del equipo en una entrevista radiofónica en Onda Cero y planteándolo como una cuestión de supervivencia me hizo pensar. Es inédito que un entrenador del Atlético de Madrid anteponga la economía a cualquier plan de futuro deportivo. Y sobre todo si hasta el entrenador anda preocupado por si cuadran las cuentas es que no podemos estar en una situación más límite.