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Durante estos días he leído bastantes críticas al juego del Atleti en el partido del domingo. A mí me parecen injustas, puesto que la primera parte se desplegó un juego bastante aceptable. Muchas ocasiones y pocos goles, eso sí. Tan pocos que después de 45 minutos íbamos empate a uno.

El lamentable arbitraje de anoche de Ramírez Domínguez es sólo un detalle más del desastre organizativo en el que está sumido el fútbol español. Los árbitros son humanos y se entiende que puedan equivocarse, lo que ya no se entiende tanto es que durante un partido siempre se equivoquen en contra del mismo equipo y que lo hagan de forma tan descarada.

Quique dijo ayer que traicionó a un hijo que le había dado dos títulos en referencia al cambio en el sistema de juego que desarrolló el Atlético de Madrid. Un técnico que ayer recibió muchas críticas precisamente por eso, por modificar el guión que tan buenos resultados dio la temporada pasada. Unas críticas excesivas teniendo en cuenta que en enero todo el mundo daba al Atleti más cerca del abismo que de la tierra firme y que siete meses después cuenta con dos títulos europeos y un subcampeonato de Copa del Rey.

Todos tenemos la impresión de que al Calderón nos mandan siempre los peores árbitros. Pero, me da la sensación de que es muy difícil que nos manden uno bueno, porque casi no hay. El partido transcurría entre soso y aburrido cuando al Gominas le dio por inventarse una cesión de Tiago a De Gea.

El Calderón ayer fue una fiesta. Una fiesta grande. Era el primer partido de liga y la afición acudía feliz y contenta tras la conquista del segundo título europeo en tres meses y medio. Pero, no sólo por eso sino también por la forma en la que se ganó la Supercopa ante el Inter de Milán.

La labor más interesante que está haciendo esta directiva desde el punto de vista social es la institución del día del niño. Si los seguidores atléticos somos una gran familia, no se me ocurre otra propuesta mejor para mantenerla y perpetuarla que invitar o facilitar que los padres acudan al estadio con sus hijos.

Anoche jugaba el Atlético en Villarreal y tenía una propuesta de salir con unos buenos amigos a tomar unas cervecitas. Tengo que decir que me lo pensé. Sí, el solo hecho de dudar si salir por la noche o quedarme en casa a tomar para ver el partido del Atleti, ya dice mucho de mí. Pero, al final, me animé a darme una vuelta por la noche toledana. Acerté.