forzaatleti

A pesar de haber vivido en Madrid durante varios años, por diversos motivos no pude hacerme socio del Atlético de Madrid. Una de mis ilusiones, desde siempre, ha sido ser abonado del Atleti. Por diversos motivos no pude abonarme hasta hace ocho temporadas. Y en el partido de ayer se me acabó la ilusión. Lo siento, pero es así.

El partido que se jugó anoche en el Calderón fue un partido extraño. Principalmente porque faltaba mucha gente de los habituales, como yo, como Tomi, como mis compañeros y amigos de grada y como tantos otros, quizás 25.000 que no nos dejamos engañar una noche más.

Como los mejores productos de limpieza el Atlético de Madrid jugó ayer uno de los partidos en los que demostró que jugar no juega casi nada, que aburre soporíferamente al personal, pero que al final es capaz de ganar con cierta solvencia. Aunque para ello hubo que sufrir ante uno de los peores equipos del campeonato.

Jugaba el Atlético una de las nueve finales (Cerezo dixit) que les esperan de aquí al final de temporada. Nadie sabe lo que nos espera en un partido del Atleti. Cuando todo parece que se encarrila, zas, llegan dos grandes desastres y cuando todo parece que se va al traste, el equipo se rehace, los futbolistas cumplen con su trabajo y ganamos en un campo, siempre difícil, como Riazor.

Pasé la semana dudando si acercarme o no al Calderón para ver el partido del Rácing. La ola de frío, es noviembre, qué quieren, la sinuosa trayectoria rojiblanca en la temporada y la demencial hora a la que se iba a jugar el partido no me animaban mucho a hacer el viaje hasta Madrid. Pero, no ir a ver al Atleti me parece como traicionar a un buen amigo.

Ni Platini, ni Villar, ni sus sentencias, ni una ruinosa gestión deportiva y económica, ni unos futbolistas indolentes con demasiada frecuencia nos separarán del Atlético de Madrid. Con los aficionados atléticos no podrán porque el sentimiento atlético es parte de nuestra vida.

En el fútbol español se ha producido un cambio importante y es que en la última década equipos como el Villarreal, Valencia o Sevilla se han convertido en alternativa. Esto estaría muy bien porque así tenemos más emoción a lo largo de la temporada. El problema es que nosotros hemos dejado de serlo.