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Navidades de 2011, el Atlético de Madrid ha tocado fondo. Tras caer derrotado en el Calderón ante el Betis, el equipo de Gregorio Manzano hace aguas a mitad de tabla. Antes del ecuador de la Liga, se mira con catalejo la cuarta plaza que aparecía marcada en rojo en todas las agendas rojiblancas –a diez puntos- y la sombra de los puestos de descenso es más alargada de lo que por presupuesto, plantilla e historia debería exigirse.

De todos es conocido cómo estaba el Atleti cuando llegó Simeone: un equipo que, con la única salvedad del año 2010, llevaba 15 años entre el desierto y el borde del abismo. Los jugadores eran un ejército derrotado incluso antes de saltar al campo de batalla. Unos meses después el Atleti volvió a ser bicampeón de Europa. Y no fue flor de un día, Cholo ha construido un equipo extraordinario: aguerrido, con mucha fe en sus posibilidades y con aspiraciones a seguir haciendo historia.

“El mejor Atleti de la historia”, así rezaba el titular del diario Marca en su portada el día después del derbi. A primera vista, sin duda, una exageración. ¿Cómo puede situar Marca este Atleti cómo el mejor de la historia? Lo cierto es que más abajo el diario deportivo hacía referencia, exclusivamente, al mejor inicio liguero de la historia. A día de hoy, el Atleti ha mejorado su mejor registro, que databa del año 1991, y ha conseguido ocho victorias consecutivas de ocho posibles.

Si preguntase casi sin tiempo para pensar, quien es el capitán del Atleti, la respuesta será fácil de responder: Gabi. Si preguntase quien fue el capitán antes de él, la lista de nombres se dispararía o peor, ni se recordaría.
Ser capitán del Atleti ha sido muy barato en los últimos años. Unos fueron capitanes por ser veteranos, otros por tener carácter sin liderazgo. Algunos incluso tuvieron el honor de ser capitanes a sabiendas de que se marchaban o que les daba igual la camiseta que llevaban.

El histórico inicio de temporada del Atlético de Madrid hace que el bajo rendimiento que están ofreciendo Villa y Óliver esté pasando desapercibido. Son dos futbolistas de una gran calidad y a los que, antes o después, el equipo necesitará. Analizamos lo que ha sido hasta ahora sus participaciones en los partidos que se han jugado y qué podemos esperar de ellos en el futuro.

David Villa reunió a 20.000 personas en su presentación.

A un lado del ring, calzón verde esperanza, ocho victorias en otros tantos partidos ligueros, dos de dos en Champions, una Supercopa perdida con sabor a victoria y una herida cicatrizada tras ganar el derbi: la ilusión del aficionado atlético. En la otra esquina del cuadrilátero, traje, camisa y corbata a juego en riguroso negro, el hombre del partido a partido, el «no somos favoritos», la prudencia por bandera: Diego Pablo Simeone.

Luz del día en las gradas, el irritante, a la vez que aromático olor del humo de los puros, los coñacs solos o con café. Las 5 de la tarde. Hora taurina y también futbolera. El domingo, el día de descanso, era el día del fútbol por tradición.

Las narraciones por la radio en las que el locutor de la emisora de turno llamaba a cada cosa por su nombre: cambios en vez de rotaciones, punta, ariete, estilete o delantero centro por 9.