Soy Tiago. Me levanté de las cenizas de la derrota. Yo lloré más que nadie cuando perdimos la Copa del Rey en Barcelona. No era el primer título que perdía y no, mi vitrina no estaba vacía sino rebosante y llena de trofeos. Pero lloré porque aún retumba cada vez que cierro los ojos los cánticos como nunca antes oí. Cantaban sin cesar decenas de miles de atléticos que habían conducido, habían venido en tren y en avión, habían puesto la misma ilusión que yo pero habían perdido.