Los dos superaron la dura prueba de llegar al Atlético de Madrid tras defender el escudo en las categorías inferiores. Ambos, cuando les pusieron el caramelo del debut en la élite en la boca, tuvieron que hacer las maletas para foguearse lejos del Vicente Calderón. Uno, por media geografía española: Vigo, Valladolid y Mallorca. El otro, bien cerquita, en Vallecas.
Uno tiene toda su historia como rojiblanco por escribir, el otro tiene gloriosos capítulos en los que su presencia ayudó a conquistar importantes títulos como la Europa League y la Supercopa de Europa en 2012 o la final de la Copa del Rey en el Santiago Bernabéu un año más tarde. Los dos son a día de hoy guerreros del Cholo pero entre uno y otro hay una diferencia abismal en cuanto a sensaciones.
Son Mario Suárez y Saúl Ñíguez. El primero, señalado y causante de un incómodo runrún en el Vicente Calderón, el segundo de quien prueba el guiso directamente de la olla y sabe esa primera cucharada es solo el principio, que lo mejor está por llegar. Porque si en este inicio de temporada dos jugadores están teniendo tendencias invertidas esos son Mario y Saúl.
Mario Suárez deambula por el campo, distraído, quizá superado por el hecho de ver cómo en la enésima temporada de su consagración regresa Tiago contra todo pronóstico y forma parte de las primeras batallas. En Almería, su gris primera parte dio con sus huesos en el banco en beneficio de un Saúl que, sin dar un vuelco al partido, supo aportar un soplo de aire fresco al equipo cuando más congestionado estaba. De un córner provocado por él llegó el gol de la victoria.
Unos días más tarde, el juez Diego Pablo Simeone premió a uno con la titularidad y mandó al rincón de la reflexión al otro. Saúl lo agradeció con movimiento, presencia en zona de tres cuartos y un gol que alegró mucho a la parroquia colchonera. Mario, por su parte, penó su mal momento en el banco y ni siquiera fue de la partida cuando un inoportuno golpe terminó con la participación de Gabi en el encuentro.
Muchos son los factores que influyen en esto del fútbol y la motivación y las sensaciones ofrecidas son dos de los más importantes. De Saúl y solo de Saúl depende convertirse en un futbolista de prestigio –buen espejo para ello es Koke-. Tendrá que seguir creciendo sin renunciar a esa ilusión y esa hambre competitiva que ha demostrado en los últimos encuentros.
El diagnóstico de Mario Suárez es más delicado. Con nombre y batallas libradas no se conquista al siempre exigente Simeone. El de Alcobendas necesita como el comer recuperar los elementos que le llevaron a ganarse la confianza del argentino: concentración, colocación y sacrificio. Quizá le venga bien en este caso fijarse en la ilusión de quienes vienen por debajo y, por qué no, de otros que le superan en edad como es el capitán Gabi.
No le pierdo la fe a Mario Suárez, deseo fervientemente que vuelva a ser competitivo por el bien del Atlético de Madrid. Sin embargo, la competencia es feroz en ese puesto del campo y, visto lo visto, ser canterano ya no ayuda en este sentido para ganarse el favor del público del Manzanares.
Nos han dado tanto y nos siguen dando tanto este grupo de jugadores, que cualquier salida es mas traumática de lo normal, es tanto el cariño de la grada y tanto que agradecer a estos chicos que se han dejado el alma en cada partido, que criticas, silbidos o salidas son injustas por todo lo aportado, pero la vida sigue no para y los jóvenes como Saúl piden paso firmemente y sin freno.
SE LA VI.
PD. me encantaría que mañana día de champios recuperarais esa fantástica costumbre de repasar la historia del rival de turno, muuuuuchas gracias.