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Μολὼν λαβέ

Se entiende por laconismo (o al menos lo entiende la Wikipedia, con la que suelo estar de acuerdo) a la forma de expresarse breve y concisamente, con las palabras justas, y a la vez ingeniosamente. Por la definición el lector ya intuye que esto del laconismo es una moda en desuso. El origen del término tiene que ver con la manera que tenían de expresarse los habitantes de Laconia (Lacedomonia), una región helena conocida por albergar a uno de los pueblos guerreros más conocidos de la Historia: el espartano.

Frente a la charlatanería (pensaban los espartanos) propia de otras Polis griegas -entre ellas, Atenas-, en Esparta eran gente de poco hablar. Ejemplos de laconismo hay muchos, todos ellos fantásticos. Estando bajo asedio los pobladores de Laconia, los sitiadores mandaron a un mensajero para demandar la rendición de los sitiados con la siguiente advertencia: «Si gano esta guerra, seréis esclavos para siempre», a lo que el comandante de Laconia se limitó a contestar: «Si ganas«. Los que asediaban eran los macedonios de Filipo II, al que acompañaba por entonces su hijo, un joven al que se conocería posteriormente como Alejandro Magno. Poca broma con los lacónicos. Según cuenta Plutarco, del que no tenemos más remedio que fiarnos, ante la demanda del ejército aqueménida de deponer las armas -en lo que sería el preludio de la batalla las Termópilas-, Leónidas I se limitó a contestar Μολὼν λαβέ (Molon labe) («Ven y tómalas»). La consecuente batalla nos dejó otro evento lacónico para la posteridad: cuando un guerrero tracio advirtió que había tantos arqueros persas que sus flechas oscurecerían el sol, Dienekes, un oficial del ejercito espartano contestó. «Bien, lucharemos a la sombra».

En estos tiempos de charlatanería banal en general, de puntopelotas y Mous, no cabe duda de que el laconismo es la posición a adoptar. Para la gente medianamente decente, ser lacónico no es una opción. Por eso me alegra contar con un entrenador ferviente practicante del laconismo y, puede que como consecuencia de ello, un equipo de disciplina y entrega espartana.

Simeone, un tipo que habla lo justo y que habla donde tiene que hablar y de lo que tiene que hablar. Directo y conciso. Con un lenguaje eficaz. Cuando Siemeone responde, las palabras salen como un contraataque de pocos toques. El partido a partido del Cholo es el molon labe de Leónidas. El resultado es un equipo de hoplitas que juegan cada partido sabiendo que deben volver con su escudo o sobre él, como le recordaban las madres espartanas a sus hijos cuando partían hacia la guerra. Vivos o muertos. Vencedores o vencidos. Pero siempre luchando hasta el final. Ayer, en un encuentro de ese torneo de pachangas benéficas que es la Copa del Rey, los goles se celebraban como en un miércoles de Champions. El Atleti ya ni siquiera habla en el campo: grita. Grita a base de goles y punto. Nada más lacónico.

Abogado, cinéfilo, seriéfago y colchonero, en ningún caso por ese orden. Si le preguntas por el Atleti, te dirá que sólo los mediocres están siempre en su mejor momento. Cofundador del podcast "Esto Es Atleti". Cholocostista.
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Comentarios (3)

  1. Fascinante artículo. Así da gusto hablar de fútbol.

  2. Hola Jesús:

    Leí su post hace unos días y no quería dejar pasar la oportunidad de felicitarle por él. No hay mejor manera de escribir un artículo que, además de expresar la idea de la que queremos tratar, aportar algo de sabiduría a nuestros lectores.

    Desconocía que el laconismo era una expresión «ingeniosa», además de breve y concisa. Siempre lo relacioné más bien con estos dos últimos adjetivos y ligado a personas que en realidad no tenían muchas ganas de hablar de la materia en cuestión.
    Gracias por haberme ilustrado sobre su origen, en los sagaces guerreros de Laconia.

    Un saludo!