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Simeone y el profe Ortega, una pareja de éxito

Profe Ortega entrenamiento Atlético de Madrid

La figura sobre la que se posan los focos de la fama es la de Diego Pablo Simeone. En el backstage, fuera de plano, hay otros personajes sin los cuales esta ilusionante historia de película que estamos disfrutando no sería posible: Germán Burgos y Óscar Ortega, principalmente. No marcan tantos ni dan pases de gol, pero hacen que los futbolistas del Atleti estén en las mejores condiciones físicas y mentales para salir a competir en cada partido.

Lejanos son los tiempos en los que el entrenador se encargaba de todas las funciones que conlleva la preparación de un grupo de futbolistas. Por entonces, se primaba más la técnica del jugador que su forma física, a la cual se le daba escasa importancia. Luis Aragonés, visionario en tantas facetas, fue uno de los primeros técnicos que incorporó a un preparador físico a su equipo de trabajo.

La relación entre Óscar Ezequiel Ortega -Montevideo, 1958- y Simeone se remonta a la segunda etapa del Cholo como jugador del Atlético de Madrid. Gregorio Manzano era el entrenador en la temporada 2003/2004 y su preparador físico era el profe Ortega. Se conocieron y se produjo el flechazo.

Realmente el descubridor de Ortega y quien lo trajo a España en 1999 fue otro viejo conocido: Marcos Alonso. Con él inicia su prolongada etapa de trabajo en el fútbol español. Su primer club fue el Sevilla y de allí llegaron juntos al Atlético de Madrid en el año 2000 cuando Marcos sustituyó a Fernando Zambrano en la sexta jornada.

La siguiente temporada, Ortega ficha por el Zaragoza y después regresa de nuevo al Atlético bajo la dirección de Gregorio Manzano como ya queda relatado.

Manzano y Ortega aguantan en sus puestos toda la temporada, pero se produce su relevo al final de la misma. Ambos encuentran trabajo en Málaga. Ésta es la etapa más difícil para el profe. Los jugadores malacitanos le acusan de propinarles unas severas palizas en los entrenamientos que tienen como consecuencia, según ellos, continuas y numerosas lesiones musculares. Es el año 2005.

La relación de amistad que comenzara en 2003 entre Ortega y Simeone no fue una anécdota. Cuando Simeone es nombrado entrenador de Rácing de Avellaneda, en febrero de 2006, llama al profe para que sea el máximo responsable de la preparación física. Y ya no se han separado: Rácing en dos ocasiones, Estudiantes La Plata donde ganaron el Torneo Apertura de ese año, River Plate donde también salieron campeones en 2008, San Lorenzo, Catania y el Atlético de Madrid.

La fortaleza física del Atleti es una de las claves de los éxitos deportivos. Los futbolistas destacan a Ortega como principal responsable de que sea el equipo más en forma de la liga. No ha rebajado ni un ápice su exigencia para con ellos, pero eso no impide que el ambiente de trabajo sea excepcional.

Es digno de destacar cómo fue la preparación física de la temporada pasada. Primero un comienzo arrollador con el triunfo en la Supercopa ante el Chelsea y una primera vuelta excepcional para tener, hacia la mitad del campeonato, un ligero bajón y poder llegar al final en plenitud física, causante, en gran medida, de que pudiéramos celebrar la décima Copa del Rey en el Bernabéu.

En esta final viví una anécdota con Ortega como protagonista. Tuve la inmensa suerte, gracias a un buen amigo, de poder disfrutar del partido en un asiento que estaba a escasos metros de la zona de calentamiento de los futbolistas. En la segunda parte Simeone puso a calentar a varios jugadores. Ortega salió con ellos para dirigirlos. Transcurridos unos minutos también comenzó a hacer sus ejercicios Arbeloa y, entonces, Ortega se enfada. Mucho. Muchísimo. Me dio la impresión de que era porque el madridista pasaba por delante de los jugadores atléticos molestando su calentamiento, pero no podría asegurarlo.

Daba una instrucción a sus futbolistas y lanzaba una mirada furibunda a Arbeloa farfullando una serie de improperios que yo no podía escuchar, pero que adivinaba viendo su cara. De vez en cuando también se dirigía al cuarto árbitro. Luego otra vez a Arbeloa, una instrucción, un grito más alto que el anterior… Así se pasó más de una hora. Hasta que terminó el partido, el Atlético ganó y pudo ir a celebrarlo con todo el grupo.

Con la experiencia del curso pasado y el mayor conocimiento que tiene de los futbolistas, apuesten fuerte a que todo está perfectamente diseñado y calculado por el profe Ortega. Habrá momentos de plenitud y otros de menor poderío. Lo que seguro no se producirá será un desplome físico del equipo a medida que avance la temporada.

Si vemos a Gabi correr sin parar durante noventa minutos, a Diego Costa galopar como un tornado hacia la portería. Si Villa está recuperando su condición física y aún hay esperanza para Adrián, acordémonos de que el profe Ortega tonifica sus músculos, tensa sus fibras, les hace segregar la adrenalina, y controla cada latido de sus corazones para que pongan toda el alma en cada uno de los 60 segundos que tiene cada uno de los 90 minutos de un partido. Es justo y necesario.

Ayer en el programa de Canal +, El Día Después, le dedicaron un reportaje. El profe Ortega en estado puro.

 

Foto de jugadores del Atlético de Madrid y del profe Ortega: Club Atlético de Madrid.

Del Atleti por principios. Y hasta el final.

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