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El diegocostismo, una referencia moral

Simeone y Diego Costa

No es la Historia de la Humanidad un ejemplo de respeto a los derechos y valores humanos. No puede decirse que tal o cual momento histórico fue mejor o peor que otro en lo que a ello respecta porque todos han sido más o menos igual de infames. Convendremos, sin embargo, que los códigos éticos y morales han conocido mejores momentos que el actual.

En otra época de la historia había quien entregaba su vida y no dudaba en marchar a la guerra para defender unos ideales. Los duelos al amanecer eran una rutina para defender el honor propio o de una familia a costa del preciado don de la vida.

Las religiones que perduran a lo largo de los siglos son las que ofrecen principios y valores que nunca pasan de moda, siempre están vigentes porque están directamente relacionados con lo más profundo de la esencia del ser humano.

Hoy nos inunda la inmediatez, predomina el fin para justificar los medios, los valores, siguiendo las enseñanzas del sarcástico Groucho Marx, son intercambiables por cualquier engaño disfrazado de corriente humanista.

El cholismo aspira a establecer a establecerse como una referencia moral que permanezca vigente sin envejecer por el paso del tiempo. Se alza como barrera que contiene el relativismo moral que asola el comportamiento humano. El esfuerzo sin descanso, el inconformismo por naturaleza, son entre otras, las principales virtudes que adornan lo que se ha convertido en una forma de vida para muchas personas.

El diegocostismo entronca de forma natural con el cholismo, viene a complementarlo, a ponerlo en práctica: es la consecución lógica del cholismo.

Hay quienes ven en la decisión de Diego Costa de jugar con la selección española una traición a su patria, y/o un interés puramente pecunario por hacer referencia a los argumentos más falaces que se han esgrimido desde Brasil. No faltan, tampoco, quienes desde España, lo vituperan por, dicen, no sentir los colores de la camiseta roja.

Bien al contrario de lo que se ha dicho, en realidad, detrás de la decisión del delantero del Atlético de Madrid se encuentran los valores del diegocostismo.

Palabra de honor, palabra de hombre. Diego Costa le dijo a Del Bosque que jugaría con España si el seleccionador lo consideraba merecedor de ello. Y ha mantenido su palabra sin dudar un instante. Scolari empleó la primera de sus armas: atraerlo al hacer público que le llamaría para ir a la próxima convocatoria. Resultó ser ésta poco eficiente, ya que Costa había dado su palabra y se presentó ante notario para manifestar su deseo de vestir la camiseta roja renunciando a ir convocado con Brasil.

Lo primero, los sentimientos. El diegocostismo no mide las consecuencias de las decisiones cuando éstas se toman con arreglo a uno de sus principios irrenunciables: tomar una decisión en función de lo que se siente y de lo que dicta la responsabilidad personal sin calibrar los efectos. Diego Costa se sintió un elemento extraño la primera y única vez que estuvo concentrado con Brasil. Antepuso sus sentimientos a alcanzar la gloria de vestir la camiseta de su país, la más galardonada de todas.

Anteponer la opinión de otros a los propios intereses. No tenía por qué, pero solicitó a su compañero, David Villa, que sondeara entre los miembros más destacados de la selección española cómo verían que él jugara con España. No se recuerda ningún caso similar. Cierto que sus circunstancias pueden considerarse especiales por lo que todo el mundo sabe. Aún así nada ni nadie le obligaba y lo hizo.

Agradecido. De bien nacido es ser agradecido. Diego Costa nació en buena familia, que lo educó para ser agradecido con quienes se comportaran correctamente con él. A España y al Atlético de Madrid les debo todo lo que soy como futbolista. Y por eso jugará con España.

Generoso. El domingo en Villarreal lo dio todo. No pensó en que dos días después tenía su soñada y esperada cita con la selección. Había tenido un proceso gripal. No se guardó nada. Fuera por éste o por alguna otra razón, una infortunada rotura muscular le va a impedir cumplir su sueño. Por el momento.

El diegocostismo no acaba aquí en esta relación de virtudes que acabamos de describir. Tiende, por naturaleza, a seguir mejorando. Incorporará nuevas formas de conductas y responderá a los retos que los tiempos venideros le presenten. Siempre saldrá victorioso de todas las pruebas a las que la vida le enfrente porque el diegocostismo es eterno.

Del Atleti por principios. Y hasta el final.

Comentarios (3)

  1. muy buen trabajo a echo el cholo con tranquilidad poco a poco a sacado lo mejor del chaval haciendo que saque lo mejor de el un saludo del escuadron rojiblanco 1903 ya os sigo muy buen brog
    http://escuadronrojiblanco.es.tl/

  2. A mi me parece impresionante cómo ha crecido este chaval. Del «broncas» que conocimos, a uno de los delanteros más en forma de Europa.

    La furia que antes le costaba irse a las duchas antes de tiempo, ahora la ha transformado en un desquicio continuo de los defensores.

    Imagino que gran parte de culpa la tiene el Cholo. Que dure mucho esta sociedad.

    Un saludo desde Paseo Melancólicos.