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Un discurso para la historia

Navidades de 2011, el Atlético de Madrid ha tocado fondo. Tras caer derrotado en el Calderón ante el Betis, el equipo de Gregorio Manzano hace aguas a mitad de tabla. Antes del ecuador de la Liga, se mira con catalejo la cuarta plaza que aparecía marcada en rojo en todas las agendas rojiblancas –a diez puntos- y la sombra de los puestos de descenso es más alargada de lo que por presupuesto,  plantilla e historia debería exigirse.

Para colmo, el Albacete, equipo de 2ªB elimina al Atlético de Madrid en Copa del Rey, derrotándole en los dos encuentros en uno de los episodios más sonrojantes de la historia reciente del club. La destitución de Manzano, que curiosamente fue la tercera opción al banquillo aquel verano, es una obligación. A contrarreloj, se inicia la búsqueda de un nuevo entrenador que devuelva el rumbo y aleje al equipo de pesadillas vividas en años anteriores. El elegido es un hombre casi de la casa, que ilusiona con solo mencionar su nombre pero con una experiencia casi nula en los banquillos europeos: Diego Pablo Simeone.

El aficionado rojiblanco, malacostumbrado con el paso de los años a agarrarse a cualquier objeto punzante pensando que es clavo ardiendo, bendijo la opción del argentino. Simeone traía un muy buen expediente de su país como técnico pero a la hora de refrendar sus actuaciones en Europa, en el Catania italiano, el Cholo pinchó en hueso. Era la gran oportunidad de hacerse un nombre como técnico en el viejo continente y, probablemente, en ningún lugar lo habría logrado sino al calor de la hinchada que tantas y tantas veces coreó su nombre aún después de su marcha.

Pudo haber tirado de tópicos típicos para ilusionar en su primer contacto con la hinchada, pero Simeone no engañó a nadie. Lejos de vender humo en su primera rueda de prensa, prefirió sentar las bases de lo que, tras el paso de los partidos, ha terminado por germinar como ‘cholismo’: ”Soy realista y vivo el día a día. Lo más importante para el Atlético de Madrid es el partido del Málaga y no pienso más allá de ese partido. Hay que sentar bases sólidas y fuertes para ir creciendo”. Y vaya si creció…

La primera decisión de Simeone, prescindir de Reyes, dejaba a las claras que iba en serio, que el Atlético no era un equipo de paso en su vida. “El primer paso es hablar con ellos, sentirnos cerca, entender a qué va a jugar el Atlético y, sobre todo, conocer la historia nuestra. La historia nuestra es un equipo aguerrido, un equipo fuerte , un equipo comprometido y un equipo rápido”. Sin comerlo ni beberlo, el Cholo había dado con la tecla que tanto y tanto se había buscado en el Atlético de Madrid: saber a lo que se juega. Y no lo hizo de manera aleatoria, sino rebuscando en la botica histórica rojiblanca y sacando probablemente las cinco armas  más empleadas en el glorioso y olvidado pasado atlético.

Una Europa League, una Supercopa de Europa, una Copa del Rey y mil y una batallas ganadas más tarde, nos sentamos a recordar que entre aquella comparecencia que muchos miraron con escepticismo y el día de hoy han pasado apenas cien partidos. Parece una eternidad, pero en el gran libro de historia del Atlético de Madrid será un pequeño capítulo. Un pasaje con una enorme importancia y que solo el tiempo se encargará de decir si se convierte en una leyenda a la altura de los Luis Aragonés, Helenio Herrera, Ricardo Zamora o Marcel Domingo. El ‘capítulo Cholo’ contará a hijos y nietos rojiblancos cómo el Atleti despertó de su letargo para volver a ocupar el sitio del que jamás debió irse.

 

El discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse. (Michel Foucault)

(Foto Simeone: www.clubatleticodemadrid.com)

Periodista en Eurosport Yahoo! Rojiblanco como bendito castigo y nostálgico del fútbol de antaño. Politeísta creyente en Gárate, Luis, Arteche y Calderón. Fernando Torres, el profeta.