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Ayer, después de casi siete años, Fernando Torres regresó al Vicente Calderón para jugar contra el Atlético de Madrid. Lo hizo en un partido especial: una semifinal de la Copa de Europa. El niño volvió hecho un hombre con 30 años en su carné de identidad. Ha pasado mucho tiempo y muy rápido desde aquel 3 de julio de 2007, día en que se anunció su fichaje por el conjunto inglés del Liverpool.

Hay una conocida canción atlética que comienza recordando que “pasan los años, pasan los jugadores…”. No hay mayor verdad en esta era ‘mercadotecnizada’ donde los jugadores son simples productos que ofrecer al mejor postor. Aquel que sobresale del resto acaba abocado a nuevas aventuras que suelen garantizar un salto en lo económico en la mayoría de los casos, no siempre en lo deportivo. Ante tal romántica injusticia, al pequeño no le queda otra que reinventarse

Corría el año 2001. Mes de marzo. Fernando Torres cumple 17 años. Acaba de lograr ser el máximo goleador y proclamado mejor jugador sub-16 del Europeo que ha tenido lugar en Inglaterra. Es la joya de la cantera del Atlético de Madrid, que empieza remontar el camino cercenado por su presidente Jesús Gil hace unos años.

El Atleti no tiene dinero. Necesita efectivo y Gil encuentra la solución.

El partido de ida entre el Bayern y el Barcelona me ha hecho pensar en el secreto del éxito de unos y otros y cómo poder aplicarlo a mi Atleti si fuese un Club, o como mal menor, una sociedad anónima dirigida por personas sin antecedentes penales.

Todavía conservo en la memoria la cantinela diaria durante dos o tres temporadas del fichaje inminente de Ribéry por parte del Real Madrid.

La cantera siempre ha sido tradicional en el Atlético de Madrid. Los más mayores recordarán de los años 80 a Quique Ramos y a Marina, por ejemplo. En los 90: a Solozábal y a Juanma López. Años más tarde Jesús Gil cerró la cantera por un problema presupuestario sin querer darse cuenta de que sacar un jugador joven para el primer equipo compensaba todos los gastos y la inversión realizada. El club se volvió loco realizando fichajes de jugadores, principalmente, extranjeros.

Quede claro desde el principio que no hay ninguna noticia que certifique que el Atlético de Madrid va a vender a Falcao ni que a cambio Fernando Torres volvería a su casa. Lo que sí que hay son continuos rumores al respecto de los dos casos y una posible relación entre ambos. Conociendo la trayectoria negociadora de nuestros insignes dirigentes no hay más remedio que contemplar la posibilidad de que esta operación pueda ser factible en un futuro, aunque en estos momentos sea una opción remota.

Resulta fácil recurrir al tópico de pensar en cómo hubiera sido el pasado desde la perspectiva de los buenos tiempos. ‘A toro pasado, todos somos Manolete’, reza el tópico español que define a la perfección la constante manía de muchos de tratar de imaginar un pasado que ya no podrá cambiar por mucho que nos empeñemos. A pobres diablos como el que suscribe, les resulta imposible embriagarse por completo con el buen momento que vive el Atlético de Madrid.