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El derbi copero comenzó el domingo, en el mismo momento en el que Ayza Gámez expulsó a Cristiano Ronaldo. A partir de esa decisión se desató una ciclogénes periodística cuyo único fin era acribillar a críticas al árbitro y presionar al Comité que debía decidir cuál era la sanción que le iba a imponer al delantero del Real Madrid. Ha sido el monotema de los tres días siguientes a la archifamosa expulsión en las tertulias, informativos deportivos y en la prensa en todos los formatos existentes.

El que reconoce que se ha, o está equivocado ya ha dado el primer paso para rectificar y aprender.

El Atlético de Madrid ha jugado hoy el peor partido de la temporada. Ninguna de las virtudes que le han llevado a lo más alto de la tabla clasificatoria de la liga ha aparecido hoy. El Real Madrid ha sido mejor que él en todo aquello en lo que ha destacado el Atleti en los años de Simeone. Empuje, garra, disciplina, lo que añadido a la gran calidad de muchos de sus futbolistas

Murió Luis Aragonés y el Atlético, como si no quisiera separarse de uno de sus grandes referentes, se encaramó a la cima de la clasificación, al punto metafóricamente hablando más próximo al cielo para seguir sintiendo bien cerca a Zapatones. El fin de semana no podía empezar peor pero la vida continúa y el lunes llegó, ironías de la vida, con el Atlético de Madrid como líder un porrón de años después. Se había marchado un referente rojiblanco pero había nacido una leyenda eterna.

Ha sido un fin de semana de sentimientos contrapuestos. Desde el sábado por la mañana todos los atléticos y el mundo del fútbol español al completo recibió con mucha tristeza la noticia del fallecimiento de Luis Aragonés. Por la tarde, con la derrota del FC Barcelona, se abrió la posibilidad de que el Atlético de Madrid pudiera terminar la jornada liderando la clasificación de Primera División. Ayer el Atleti no podía fallar para así alcanzar el primer puesto en el partido más emotivo que uno recuerda.

Hoy Simeone no va a estar del todo contento con el juego del equipo. El Atlético de Madrid estuvo muy acertado en ataque consiguiendo cuatro goles y rompiendo esa racha de tanteadores cortos. Fue en la propia área donde estuvo poco fino. La defensa anduvo extrañamente imprecisa tanto en los cortes como en los despejes provocando algunas situaciones de peligro para la portería de Courtois. A pesar de verse tan abajo en el marcador el Rayo no dejó de intentar lo imposible, incluso cuando los colchoneros tenían tres goles de ventaja en el marcador.

Les gustaba más el Atleti de plastilina, de blandiblú. Fofo, amorfo. Sin ideario, sin alma, sin espíritu, sin corazón. Un Atleti que se venía abajo al menor contratiempo. Un equipo en el que sus jugadores se acomodaban porque no se les exigía nada. Un club que contrataba entrenadores que no tenían ninguna identificación con los valores históricos de la entidad. El Atleti vivió amancebado con la desidia durante lustros. Ese era el Atleti que satisfacía a los rivales.

Lo lógico y normal hubiera sido que el incremento de la cláusula del contrato de Koke con el Atlético de Madrid hubiera llenado de alegría y tranquilidad a la hinchada colchonera. Por experiencia sabemos que las cláusulas que firman los profesionales en los contratos con el Atleti no significan nada. Por esa razón, ha pasado casi desapercibida.

En varias ocasiones el presidente Enrique Cerezo ha hecho alusión al pago de las cláusulas