En esas horas largas previas a todo lo importante los adjetivos sobrevuelan tu cabeza intentado posarse atropelladamente; luchando por describir lo que viviremos mañana. Son momentos de liturgia. De preparación y recogimiento. Instantes en los que se afilan las armas con el espíritu sereno y calmado por el bálsamo que siempre otorga la cercanía de lo inevitable. Cuando el hoy y el mañana casi se tocan no hay marcha atrás. Estás aquí, pero pronto estarás luchando, que es lo mismo que decir que ya estás luchando.