Cogito, ergo sum, dijo René Descartes -pienso, entonces existo- es la primera verdad a la que llega el filósofo francés en su libro Meditaciones metafísicas, cuyo título original en latín fue: «Meditationes de prima philosophia, in qua Dei existentia et animæ inmortalizas demonstrantur», que traducido al latín sería «Meditaciones metafísicas en las que se demuestran la existencia de Dios y la inmortalidad del alma». Descartes llega a esta conclusión después de plantearse la duda como método de investigación y proponerse como objetivo la búsqueda de la certeza.