Cuando medio campo dormitaba en sus asientos, mitad por el bochorno de la noche madrileña mitad por el aburrimiento del partido, y el otro medio contaba a sus compañeros de abono las novedades de su vida de los últimos tres meses, el Kun agarró un balón en medio del campo griego y tras driblar a unos cuantos rivales marcó un auténtico golazo que despertó a la mitad del campo e hizo cambiar de conversación a la otra mitad.