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La épica era esto. Era la lesión de Diego Costa y la de Arda Turan con unos pocos minutos de diferencia. Era encajar un gol inmerecidamente. Era jugarse la Liga después de tanto sacrificio y sufrimiento en la casa del equipo que ha dominado el fútbol español y europeo durante diez años. Era perder la oportunidad de ganar la Liga en casa con los suyos para conquistarla en el Camp Nou, el mejor escenario posible y, así, seguir agrandando la leyenda de un club que ha escrito hoy una de las páginas más brillantes de sus 111 años de historia.

Cada equipo juega al fútbol como quiere o como puede. La que utilizó el Chelsea en el Calderón en la semifinal de Liga de Campeones no es la más atractiva, incluso es un manera bastante deplorable de hacerlo, pero tan legítima como otras. Frustra bastante, eso sí, esperar con tanta ilusión este partido histórico y poder disfrutar muy poco del espectáculo que se supone en un choque de esta envergadura. Una cosa quedó muy clara: hubo un solo equipo que quiso jugar al fútbol y otro cuya única pretensión era que el rival no pudiera hacerlo.

Les hablaré de sentimientos. De los que se han vivido esta noche en el Calderón, en una noche mágica, como las que un día nos han contado que sucedieron. Como las que hemos visto en youtube y hemos leído en las enciclopedias, pero que nunca, muchos de nosotros habíamos experimentado en nuestra vida de aficionado atlético. Este es el Atleti que siempre hemos querido ver y vivir, del que nos habíamos enamorado y que un mal día nos robaron.

Si alguien me hubiera dicho hace unos meses que el Atlético de Madrid sería el líder de la Liga Española en la jornada 31 de la presente temporada no le habría creído. Ni siquiera habría creído que los colchoneros tendríamos contra las cuerdas al todopoderoso Barça en los cuartos de final de la Champions y eso después de humillar al Milan. El Atleti se mueve por senderos desconocidos y eso es emocionante al tiempo que ignoto.

Como quien no quiere la cosa, el zumbido de nuestro querido insecto ha llegado a la primavera –trompetera, que dirían Los Delinqüentes- con más fuerza que nunca. Nadie pensó jamás que su vuelo fuese a durar tantas y tantas semanas junto con el de los dos bólidos diseñados para arrasar sin importar lo que sucediese a su alrededor. La cruda realidad es que, despidiendo el mes de marzo, el Atlético de Madrid depende de sí mismo para conseguir los dos títulos por los que lucha.

Gabi prolongó el sueño del Atleti. Ese sueño que partido a partido ha ido apoderándose de las noches de los seguidores rojiblancos. Nos hemos presentado, casi sin enterarnos, en la jornada 29 y el Atlético de Madrid sigue vivo, coleando y molestado en esta liga prediseñada para que la gane uno de los dos de siempre. Con humildad y compromiso está en condiciones de disputar el Campeonato Nacional de Liga con las mismas oportunidades que ellos. Podrán tener más millones, más atención mediática, pero hasta ahora, no han podido despertarnos.

Han sido muchos los acercamientos que se han escrito sobre el cholismo. El más brillante, sin ningún género de dudas, el que escribió Jesús Salido: La metafísica del cholismo. Jesús se aproximó enormemente al significado de la filosofía cholista y nos ayudó a comprenderla. Sin embargo, haber leído y comprendido el artículo no tiene como consecuencia inmediata la iniciación y el crecimiento en el cholismo porque el cholismo no se comprende, se vive.