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Se invocó al espíritu de las grandes remontadas. El del Real Madrid del miedo escénico. El del Madrid capaz de lo imposible. La prensa madridista oficialista, es decir casi toda, puso en marcha su poderosa maquinaria para que el equipo blanco eliminara al Atlético de Madrid y así, poder tener una nueva edición de un Barça – Real Madrid.

Pero la caverna mediática no puede saltar al césped.

Nadie hubiera podido imaginar que esta eliminatoria contra el Real Madrid tendría unas consecuencias tan terribles para el Atlético de Madrid. Todo se torció desde el principio del partido del Bernabéu y ha continuado de mal en peor ha medida que aquélla se iba desarrollando. La lesión de Courtois, todas las feas acciones que los madridistas hicieron contra Diego Costa y la escalofriante caída de Manquillo. Yo me conformo con que al chico no le pase nada y no tenga ninguna consecuencia para él. El resultado, para mí, ha sido lo de menos después de ver cómo fue la caída.

El que reconoce que se ha, o está equivocado ya ha dado el primer paso para rectificar y aprender.

El Atlético de Madrid ha jugado hoy el peor partido de la temporada. Ninguna de las virtudes que le han llevado a lo más alto de la tabla clasificatoria de la liga ha aparecido hoy. El Real Madrid ha sido mejor que él en todo aquello en lo que ha destacado el Atleti en los años de Simeone. Empuje, garra, disciplina, lo que añadido a la gran calidad de muchos de sus futbolistas

Parecía que esta vez sí, que empezaría la primera grieta en el equipo del Cholo. Pero fue que no. Al Atlético de Madrid, a éste, no al de antes, no hay que darlo nunca por muerto. El Athletic tenía todo a favor: el ambiente y lo que era peor, la dinámica del partido después de que Aduriz adelantara a su equipo en el tramo final de la primera parte. Sin embargo, el grupo de hombres que conforman el Atleti no se amilanó y salió en la segunda parte a seguir demostrando

La jugada más sintomática de todo el partido fue la última: un defensa del Valencia recogió un balón cercano al córner derecho de su campo. Allí, como lobos hambrientos, acudieron Filipe Luis y Cristian Rodríguez. Presionaron y se tiraron al suelo como si aquel balón fuera el más decisivo de sus vidas, el último del partido. Lo era, pero no como pudiera parecer para cualquier persona que acabara de asomarse a ver la escena. Su equipo ganaba el partido por dos goles a cero y la eliminatoria estaba sentenciada desde hacía diez minutos.

Ya ocurrió en la final de la Copa. Siempre, o casi siempre, recordamos a los goleadores, a los que dan el último pase, y muy poco a los porteros. En el tiempo perdurarán la genial jugada de Falcao y el gol de Costa, el centro de Koke y el remate de Miranda. Se recordarán, pero menos, las enormes paradas de Courtois a partir de las cuales, siendo justo, el Atleti empezó a creer en la remontada.

Si en Sant Andreu el Atleti salió cómo si estuviera jugando en el Bernabéu en Valencia no iba a ser menos

Si usted, como yo, creía que Simeone iba a considerar el Campeonato de España, Copa del Rey, como un torneo del que prescindir se equivocó como me equivoqué yo. El Atlético terminó el partido con Villa, Costa, Adrián y otros cuantos titulares en el terreno de juego. Habrá quien lo critique, quien hubiera hecho otros cambios para que los titulares no fueran acumulando minutos, pero eso no va con el Cholo.