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El Atlético de Madrid se jugaba la vida. Y el Madrid, la Liga. Dos motivos capitales por los que merece la pena entregarse a fondo. Ambos equipos lo hicieron. El Atleti no escatimó esfuerzos desde el primer minuto en busca de la tan ansiada y necesaria victoria contra el eterno rival. No rehuyó la pelea ni el ritmo que propuso el Madrid. Por esa parte, nada que alegar.

Enganchado a Diego, muy activo, el Atlético de Madrid logró mantener la incertidumbre durante toda la primera parte sobre el resultado final del partido. El Atleti no encontró un fútbol fluido, ni el Madrid tampoco. Ni aún después de que Cristiano lograra transformar un libre directo, con la ayuda inestimable de Courtois, que no vio el balón hasta que éste se colaba, irremisiblemente, en su portería.

Los partidos contra el Real Madrid, son para los colchoneros una batalla futbolística y sicológica. En ambas el Madrid nos saca mucha ventaja. Por eso, a pesar de que el Atleti pudo igualar el partido, en la mejor jugada de los nuestros en toda la noche, el Atleti no se lo creyó.

En el Madrid tocaron a rebato y desde ese momento asediaron sin piedad el área del Atleti hasta el final. La Liga estaba en juego y los blancos no querían que se les escapara en terreno enemigo. La historia del resto del partido ya se la saben y no me voy a torturar ni les voy a torturar recordándola.

Sí decir, que el Atlético de Madrid desde que Simeone cogió las riendas del equipo y salvo el partido contra el Levante, tiene brío, empuje, pelea, entrega. Pero eso no basta. Es condición necesaria, pero no sufciente para ganar partidos. Para lograr victorias hace falta fútbol y éste es el verdadero problema del Atleti. Baste recordar que el primer cambio que hizo Simeone fue el de Koke por Turan en el minuto 80.

Lo que más debería preocupar a los seguidores atléticos no es haber perdido 1-4, ni que se hayan jugado veintitantos derbis sin haber ganado. Esto es en sí un drama, pero no el peor. Estar en mitad de la tabla esta temporada, y llevar así más de una decena de temporadas inmersos en la más absoluta mediocridad también es un drama, pero sigue sin ser el más triste.

El verdadero drama del Atlético de Madrid es haber perdido toda esperanza.

La esperanza no se ha perdido porque el Madrid nos haya ganado anoche. Ni porque se hayan disputado veintitantos derbis sin que el Atlético de Madrid haya ganado al, antiguamente, eterno rival. Estar en mitad de la tabla esta temporada, y llevar así más de una decena de temporadas inmersos en la más absoluta mediocridad son poderosas razones que nos podrían haber hecho perder toda esperanza. Pero para derrotar a un atlético hace falta algo más.

La auténtica, la verdadera razón, la razón por la que se ha perdido la esperanza definitivamente es porque el Atlético de Madrid no tiene futuro.